01.
La democracia efectiva y la justicia integral
Se invoca en las propagandas rojas la democracia, la libertad del
pueblo, la fraternidad humana, tachando a la España
nacional de enemiga de tales principios. A esta democracia
verbalista y formal del Estado liberal, en todas partes
fracasada, con sus ficciones de partido, leyes electorales
y votaciones, plenos de fórmulas y convencionalismos, que
confundiendo los medios con el fin, olvida la verdadera
sustancia democrática, nosotros abandonando aquella
preocupación doctrinaria, oponemos una democracia
efectiva, llevando al pueblo lo que le interesa de verdad:
verse y sentirse gobernado, en una aspiración de justicia
integral, tanto en orden a los factores morales cuanto a
los económicos-sociales; libertad moral al servicio de un
credo patriótico y de un ideal eterno y libertad económica
sin la cual la libertad política resulta una burla.
02.
Verdadera democracia
El nuevo Estado español será una verdadera democracia en la cual todos
los ciudadanos participarán en el Gobierno por medio de
su actividad profesional y de su función especifica.
03. Amor a la
libertad
Los españoles amamos la libertad como el pueblo que más pueda
estimarla; pero una libertad compatible con el orden, con
el progreso social de los españoles, el engrandecimiento
de la Patria y el destino eterno de nuestra especie.
04.
Personalidad humana y democracia orgánica
Para nosotros tiene más importancia lo que acentúa el valor de la
personalidad humana, la plena valoración del individuo,
que la democracia formalista y gárrula que lo explota. A
esa democracia convencional nosotros oponemos una
democracia católica y orgánica que dignifica y eleva al
hombre, garantizándole sus derechos individuales y
colectivos, que no admite su explotación por medio del
cacicazgo y de los partidos políticos profesionales, sino
que les abre cauce libre a través de las Hermandades,
Sindicatos, Corporaciones u organismos provinciales y
locales, en los que discurre su vida y en los que tiene
pleno conocimiento.
05.
La libertad y las esencias de la democracia
Nosotros no negamos la libertad ni las esencias de la democracia;
nosotros no rehuimos la intervención del hombre en las
tareas del Estado, que tiene entre nosotros más de un milenio
de existencia. Nosotros lo que queremos es hacer
compatible la libertad con el orden: lo que pretendemos es
la seguridad social y la seguridad de España.
06. Sentido democrático
de la vida
El pueblo español y la obra de la política española quiere devolver
al pueblo su sentido democrático de la vida. El gobierno
del pueblo, las convivencias y la comunión con el pueblo
de nuestras autoridades y jerarquías, en todos los
momentos de la vida, en todas las actividades.
07. Torpe
explotación política
Nosotros hemos venido a redimiros de una mala política, de una torpe
explotación política; pero ¿qué existía en realidad
de política de España? ¿Qué contenía toda aquella política?
Una cáscara artificiosa con nombre de partidos, una
explotación a través de los caciques de intereses y
necesidades; pero en el fondo, una honda lucha de clases,
una división de España, el enfrentamiento de cuantos
estaban llamados a colaborar. Es decir, que bajo la aparente
organización política de partidos había otra organización:
la de los intereses económicos frente a los sociales, una
lucha civil por encima de los intereses superiores de la
Patria y de los ideales, que llenaba a España de odios
capitaneados por el capitalismo por un lado y los
explotadores del proletario por el otro.
.
08.
Necesidad de una democracia orgánica
Y aquí veis vosotros la necesidad de que exista una democracia orgánica,
la necesidad de que el Sindicato tome fuerza, de que la
Hermandad tenga también su fuerza relativa, que exista la
Diputación, que pueda establecerse el diálogo y que
suprimamos ese individualismo que tantas veces os ha traído
la depreciación de vuestros productos por una falta de
cooperación que dentro de los Sindicatos y de las
Organizaciones naturales de los Ayuntamientos y
Diputaciones puedan encontrar un cauce natural para que el
deseo, el ansia y las necesidades de los pueblos de España
y de todas sus comarcas pueda reflejarse en orden a las
disposiciones del Estado, porque el Estado nuevo, el
Estado nacionalsindicalista, no aspira más que a su obra
de gobierno sea el reflejo del sentir de todos los españoles
y de todos los pueblos de España.
09.
Democracia orgánica
Frente a esta falsa democracia, anuladora del individuo,
oponemos nosotros una democracia orgánica. Abominamos de los partidos
políticos, porque habían reducido a España a su más
simple expresión tras un siglo de luchas cruentas de unos
contra otros. Para nosotros, la existencia de la Patria no
puede ser sacada a discusión de hombres; hay cosas que
están por encima de los derechos de los hombres. La fe de
un pueblo y la existencia de la nación, son patrimonio
inalienable que recibimos de nuestros mayores y que hemos
de entregar a nuestros hijos y sucesores, si es posible
aumentadas y engrandecidas.
Aquella división artificiosa de derechas e izquierdas,
nacida al calor del régimen liberal que nos trajo la
independencia, forzosamente había de conducirnos a la
ruina, como vivíamos antes del Movimiento Nacional:
escindidos los pueblos, peleadas las ciudades, españoles
contra españoles, menospreciadas las esencias de la
Patria, paralizado el trabajo, atropelladas las
conciencias, detenido el progreso, sin la menor mejoría
del bien común, objeto de toda política honrada.
10. Servicio al pueblo
Nosotros vamos a buscar la democracia en el servicio del propio pueblo;
buscando el hombre a través de los medios en que vive y
se desenvuelve: en el Sindicato, en su trabajo, en la
Hermandad, que no admite que sean organismos muertos;
queremos que sean organismos vivos, que allí llevéis
vuestras ideas y que podáis sostener el diálogo con el
Estado, y que el verdadero sentir de la nación se plasme
en obras en beneficio de todos, como llevamos realizando
estos años.
11. Balance histórico de las formas de
democracia
Si examinamos lo que bajo el signo de la democracia inorgánica con regímenes
de partidos perdimos y lo que bajo la unidad y el sistema
orgánico alcanzamos, comprobaremos sus respectivas
virtualidades. Bajo la primera, España pasó del cenit de
su gloria, bienestar y poderío al puesto más bajo de su
historia y al trance de fragmentarse. En cambio, bajo el
signo de la segunda vencimos al comunismo internacional
que en los campos de España se dio cita, alcanzando la
victoria en nuestra guerra de Liberación. Cuando todos
nos cantaban funerales considerándonos desangrados y
arruinados, levantamos la Patria con nuestro propio
esfuerzo. Resistimos las presiones y amenazas de la guerra
universal en nuestras fronteras. Deshicimos las invasiones
terroristas que los agentes comunistas infiltraron en
nuestras serranías, liberándolas de forajidos.
Triunfamos sobre la conjura internacional más grave que
nación alguna haya resistido. Restauramos nuestra economía
y transformamos nuestra nación a un ritmo y en una escala
jamás conocida en nuestra Patria, y logramos que el ser
español sea algo que en el mundo se admire y se respete.
Que a ello tengamos que sacrificar algo es evidente; ¿pero
se consigue algo en el mundo sin sacrificios?
12. El engendro de los partidos políticos
El que alejándonos de los partidos políticos, de
historia tan triste y de balance tan catastrófico,
hayamos buscado la asistencia
a las funciones públicas a través de las organizaciones naturales
constituidas por la Familia, el Sindicato y el Municipio,
en que el hombre se desenvuelve, como Su Santidad nos
recordaba en su último mensaje, nos permitió redimirnos
de tan desdichado y artificial engendro de los partidos,
tan estrechamente unidos a las desgracias de nuestra nación.
13. Esclarecimiento del término
democracia
Nos acusan los eternos enemigos de España de haber
destruido una democracia. Nosotros podemos responderles:
¿Dónde estaba la virtualidad de aquella democracia?
Hemos destruido el abuso, borrado la apariencia de una
democracia, la garrulería de una democracia... Para
nosotros, la democracia no es la explotación del hombre,
ni de la masa; no es el hambre, la miseria y la
desesperación en los hogares, amparados en el formulismo
de presentar unos nombres cada cuatro o cinco años y
preguntar a cuál queréis para que la masa, engañada,
conteste como en aquella triste y primera elección, y
diga: ¡Barrabás! No; nosotros no sujetamos la suerte de
la Patria a esas desdichas; entendemos la democracia por
la participación real del hombre en las tareas del
Estado. Pero el hombre sólo puede ser eficaz e intervenir
en las tareas del Estado a través de sus organizaciones
naturales, a través de la familia: el que crea una
familia, el que la mantiene y preside, es el que debe
llevar la voz, y no los que de él dependen. A través del
Municipio, como asociación primaria que vive y conoce;
por medio del Sindicato en que se encuadra, conoce a los
que trabajan en él y sus intereses y necesidades. A través
de esos
Ayuntamientos y Sindicatos intervienen los hombres en la vida de España,
pero no con aquella democracia falsa y explotadora que hoy
pedía el voto para engañarnos mañana. Esa democracia la
repudiamos.
Nuestra democracia está en reconocer y sentir las
necesidades de las provincias, en recoger vuestros
anhelos, concretados en esos Consejos económico-sociales,
donde los Sindicatos, las Corporaciones y las Hermandades
exponen sus necesidades, donde se alzan las voces de
"queremos préstamos agrícolas", "queremos
que se rieguen nuestras tierras", "pedimos más
justicia en el reparto de beneficios", "ansiamos
fábricas para nuestros obreros y obreras" o
"necesitamos que la ley de Dios domine en las
relaciones de los hombres".
14. La democracia orgánica y las
necesidades de los pueblos
Nosotros, a la democracia inorgánica le oponemos una democracia orgánica,
en la que los hombres discurren a través de sus cauces
naturales, de la familia, del Municipio y del Sindicato, y
queremos que lo mismo los Municipios que los Sindicatos
cumplan su misión y sean el medio por donde pueda llegar
la voluntad del pueblo a las altas esferas del Estado.
Pero no nos basta con esto, y por eso hemos venido a los
pueblos de España a comprobar sus necesidades, y hemos
venido a los pueblos de España a comprobar sus
necesidades, y hemos ordenado en todas las provincias la
confección de planes económico-sociales. Y se han
reunido en las provincias la confección de planes económico-sociales.
Y se han
reunido en las provincias los representantes de los pueblos, de las
Hermandades y Sindicatos con las fuerzas vivas de la
provincia y los técnicos en las distintas materias; han
discutido todo lo que han deseado y han expuesto sus
problemas, siendo debidamente recogidos los anhelos en las
conclusiones elevadas. Ya todo esto es a lo que estamos
dando realidad, ensanchando España, llenando España de
árboles y de cultivos y creando estos nuevos pueblos,
regando estas feraces tierras, levantando estas fábricas,
estas grandes centrales eléctricas y toda esta obra
ingente. Y ello es sólo una faceta del resurgimiento de
España.
15. La democracia real y verdadera
Hemos devuelto la esperanza y la fe al pueblo, y lo hemos llevado a
intervenir en la vida pública, pero no a la antigua
usanza de las democracias inorgánicas, con sus caciques y
sus amaños, sino con la práctica de una democracia más
sincera y directa, yendo los gobernantes civiles a los
pueblos y las autoridades de todo orden a entablar diálogos
con los españoles, escuchando sus necesidades y abriéndoles
el cauce de sus organizaciones naturales: de la Familia,
el Municipio y el Sindicato, para conseguirlas.
Nosotros no negamos la democracia; queremos la democracia
real y verdadera} y cuando los problemas son graves y
trascendentes hemos establecido la consulta directa a la
Nación, como en aquel referéndum que hemos sometido a
vuestro plebiscito, expresión de la democracia que tanto
temen las llamadas democráticas inorgánicas.
Pero para que esto subsista, para que todos los problemas de España
puedan resolverse es necesario que conservemos la unidad
entre los hombres y las tierras de España; el mantener
firmes los principios del Movimiento Nacional, que no
constituya un partido político, sino una comunión bajo
los principios que nos son comunes, con el mejor espíritu
de servicio a los sagrados intereses de la Nación.
Movimiento abierto a todos los españoles que de buena fe
quieran servirlo.
16. Libertad individual y seguridad
social
No hay libertad individual ni política sino dentro de un
orden de seguridad social, nacional e internacional.
17. El Derecho político y la constitución
orgánica de la sociedad
El progreso del Derecho político no está en violentar la
natural constitución orgánica de la sociedad, sino en
habilitar condiciones jurídicas y procedimientos
adecuados al desarrollo y proyección activa de los órganos
naturales de convivencia en cuantas áreas de la vida española
sea conveniente. La participación del pueblo en la
gestión "res pública" es, además de un
derecho, una obligación al mismo tiempo que una exigencia
natural de la sociedad, y bien sabido es que todo derecho
natural y toda exigencia de la naturaleza dispone
de sus medios naturales para el ejercicio de ese derecho y
la satisfacción de esa exigencia.
18.
Democracia y libertades
Nosotros no negamos la democracia; nosotros queremos
ser fieles a la democracia. ¡Ah! Pero no queremos que las
libertades se pierdan en la anarquía; amamos las
libertades, pero una libertad compatible con el orden,
porque en el desorden naufragan todas las libertades.
19.
Nueva democracia
Hay quienes inocentemente consideran que la ayuda
exterior podría resolverles sus problemas, cuando se
requiere el esfuerzo de todo el país, lo que demanda
unidad, autoridad, disciplina, moral, orden, racionalización
y, en pocas palabras, eficacia. Y como no cabe todo eso
dentro de los viejos sistemas, que abren la puerta por la
que el comunismo va a introducir en las naciones su
"caballo de Troya", a los pueblos se les
presenta hoy el siguiente dilema: o el continuar con sus
divisiones, revoluciones y remiendos a un sistema que se
desmorona, o caer en el comunismo deslumbrados por las
propagandas, como única solución viable de unidad, de
autoridad, continuidad, disciplina y eficacia.
Yo me atrevo a afirmar que entre el mundo de la esclavitud
soviética y el de la democracia inorgánica caben soluciones modernas
democráticas más eficaces y justas, y que nuestro Régimen,
satisfaciendo los anhelos de la justicia social, de
progreso económico y de elevación del nivel de vida, se
ofrece como una solución óptima, en la que, salvando lo
esencial de nuestras libertades, logra que la nación
discurra en un régimen de unidad, de autoridad, de
continuidad y de eficacia, en que la democracia tiene una
realidad sincera y eficaz a través de las organizaciones
naturales en que el hombre se encuadra.
20. Diálogo y política
La política no existe sin el diálogo. El diálogo es la
base de la política. Podrán tener unos hombres la
responsabilidad de gobierno, pero su política estará
siempre vacía si no existe el diálogo; pero no el diálogo
anárquico, no el artificioso de los partidos políticos
suplantado res de las verdaderas estructuras nacionales,
sino el diálogo directo con los representantes directos
de estas propias estructuras.
21. Democracia sincera y orgánica
El que
nosotros rechacemos una democracia gárrula y falsa que
explota a los hombres y la hayamos sustituido por una más
sincera y orgánica, en la que el hombre discurre y
colabora en las tareas políticas a través de los órganos
naturales donde aquél se
encuadra y a cuyos candidatos conoce, no quiere decir que no exista una
representación leal. Y no venimos aquí a pediros el voto
para hacer luego lo que queramos mañana, como pasaba
antes. Hoy, vuestros representantes son unos hombres que
están en contacto con vosotros en el Sindicato, en el
Ayuntamiento, en las representaciones familiares locales.
La democracia nuestra es más sincera, va al pueblo, busca
en el pueblo lo que el pueblo quiere y lo que el pueblo
desea, recoge los anhelos de generaciones para darles
forma, recurre a los Consejos Económicos sindicales,
donde todas las fuerzas y sectores de las provincias
tienen su expresión ya los que las Hermandades y
Organizaciones llevan sus aspiraciones, sus anhelos y sus
esperanzas, que, resumidos y estudiados técnicamente, se
elevan al Gobierno y son recogidos en sus proyectos, que
se traducen en escuelas, casas, pequeños y grandes regadíos,
industrializaciones y acondicionamientos de puertos como
el vuestro, abandonado durante tantos años; todas esas
obras levantadas en estos años, que están cambiando la
estructura de España y logrando el resurgir de nuestra
Patria.
22. Libertad, ignorancia y miseria
Y yo frente a ello afirmo que la mayor esclavitud está en la ignorancia
y en la miseria. ¿De qué libertades disfruta el hombre
que se encuentra en la miseria? De esas libertades
disfrutará bajo el régimen liberal la minoría de los
poderosos; pero para los que están sumidos en la
ignorancia, tienen hambre y sed de justicia, ¿qué
representan las seudolibertades? Tendrán libertad y
porvenir, si no caen en el libertinaje, los instruidos y
bien dotados; pero, ¿qué
libertad le cabe a un pueblo analfabeto? ¿De qué disfruta un pueblo
sumido en la ignorancia?
23. El sistema de partidos
Repudiar el sistema de partidos por lo que tiene de disgregante y
envilecedor no es desconocer la diversidad de opiniones;
sino hacer que se expresen por sus legítimos cauces
representativos en vez de enfrentarse de modo irreductible.
Queremos libertad de opiniones; pero no al servicio del
antagonismo permanente de los partidos, sino libertad para
llegar a un entendimiento-solución. La razón de ser de
los partidos políticos estriba justamente en lo que
divide, no en lo que une. Nosotros, en vez de hacer crónicas
las discordias, buscamos la unidad dentro de la libertad
responsable y de la crítica fundamentada y solvente.
24. Democracia orgánica
y representativa
Ha sido en nosotros una imperiosa necesidad la que nos empujaba a la crítica
y al análisis de los puntos débiles de la filosofía política
dominante entre los pueblos occidentales en que nos
encontramos. A la democracia inorgánica que ellos
practican, España opone la orgánica y representativa,
entre las que la diferencia principal estriba en que si en
las primeras la representación se obtiene a través de
las organizaciones artificiales de los partidos políticos,
en la segunda lo es a través de los organismos
naturales en que el hombre se encuadra.
25. Base económica de la libertad
Es elemental e inconmovible que no hay independencia ni libertad auténtica
ni para los pueblos ni para los individuos, si éstos
viven en esclavitud económica. Es verdad que la libertad
de la Nación y de la persona humana no se nutren
esencialmente de valores económicos, pero también es
verdad que éstos condicionan de hecho la posibilidad del
ejercicio normal de dicha libertad.
26. La vieja política electoral
De todos es sabido cómo se realizaban las elecciones, cómo se
fraguaban los partidos políticos, cómo se arrastraba a
los electores para conseguir su voto. Unas veces se
explotaba la espiritualidad, pidiéndole a la Iglesia
influencia para obtener sus votos; otras acudían a los
empresarios y patronos, para, a través de la fuerza, del
mando y del dinero, coaccionar a los electores, mientras
otras explotaban las pasiones de los trabajadores a través
de las organizaciones sindicales, para pedirles sus votos,
comprando a sus primates para que no votasen y obtener una
ventaja en la elección.
27. Democracia orgánica. Representación familiar, municipal y sindical
Todos hemos conocido, especialmente los que ya somos
viejos, la ficción de los partidos políticos, en los que
la relación entre representantes y representados se
limitaba a la elección entre varios nombres que los comités
de los partidos les presentaban, y que en la casi
totalidad de los casos los electores desconocían; pero
una vez lograda la investidura obraban a su antojo, sin
tener en cuenta los intereses y la voluntad de los
votantes. A ello oponemos nosotros nuestra democracia orgánica,
en la que la representación se hace a través de la
familia, del Municipio y del Sindicato, en los que el
hombre vive y se encuadra, y en la que los elegidos
mantienen vivo el vínculo con la asociación que les
designó, sin que puedan traicionar los homogéneos y legítimos
intereses de los representados, pero aun con ser esto tan
sincero, no nos basta para satisfacer las verdaderas
esencias de una democracia. Consideramos necesario que la
democracia sea cosa viva, que todos participen en la cosa
pública, y de aquí esos periódicos congresos económico-sindicales
provinciales en que en consejo abierto se debaten los
problemas de la provincia y donde las aspiraciones
encuentran un cauce para su elevación directa a los
Poderes públicos, que, recogidas más tarde por el
Gobierno, se vienen convirtiendo en proyectos de ley.
Y aún tenemos más: existe en nuestra legislación básica la institución
del referéndum, por la cual han sido sometidas a la
aprobación del país sus leyes fundamentales y le son
sometidas las demás leyes de reconocida trascendencia.
Podrá gustar o no gustar fuera lo que en España tenemos, pero es
incomparablemente más democrático en esencia y práctica
que los otros sistemas que en el mundo se llevan. Y si
miramos a sus efectos, ¿puede alguien negar su éxito?
Veintitrés años de paz ininterrumpida, de progreso económico
y de fortaleza para resistir los ataques que desde fuera
se nos han promovido, es cosa importante.
28. Diálogo en concejo abierto
Este diálogo grandioso, este diálogo eficaz, esta
discusión en concejo abierto es la expresión más clara
y más firme de una democracia.
29. Leal democracia
No es la democracia una suplantación de la voluntad del
pueblo, es la participación del propio pueblo en la
solución de sus problemas. No es la democracia el
falseamiento de votos ni la compra de éstos con falsos
intereses, es la realización y la dedicación íntegra al
servicio del pueblo.
Yo desafío a que nos presenten un país tan sólo en el
mundo que pueda ofrecer una muestra más clara, más firme
y más leal de la democracia.
30. Metas de una democracia auténtica
No es que nuestra política difiera de lo que ansían los
pueblos europeos. Nosotros apreciamos a los otros pueblos
y sus sentimientos. Lo que están ellos es desfasados,
ellos están como estábamos nosotros antes del
Movimiento. Ellos están también ansiando lo mismo, lo
que vimos en nosotros; una transformación, una renovación
política, una sinceridad, una eficacia.
Y nosotros vamos adelantados hacia ellos, pero vamos hacia
las mismas metas de libertad, de autoridad, de orden, de
eficacia, de grandeza para el pueblo, a metas de una
democracia auténtica; la democracia de que se haga la
voluntad y se logren las aspiraciones del pueblo, no en
luchas intestinas, sino en unidad entre los hombres y las
tierras de España.
31. Hacia la verdadera democracia
Ya en 1938, aunque algunos puedan olvidarlo, decía en unas
declaraciones a un periódico extranjero: "Nosotros
crearemos la verdadera democracia, no lo que de democracia
sólo tiene el nombre y que permite la explotación de los
débiles por los fuertes; queremos constituir una sociedad
sana, una democracia que sea digna del hombre y le dé la
conciencia de la dignidad de su Estado".
Evidentemente, una democracia así entendida no era
posible con un país empobrecido, ni con una clase
trabajadora ya privada
de la protección jurídica y material de que hoy disfruta. Eran
precisos unos años de sacrificio que nos permitiesen, con
el esfuerzo de todos, rehacer una sociedad maltrecha, en
la que, por ejemplo, en 1933 se perdieron por conflictos
laborales más de catorce millones de jornadas de trabajo.
Era preciso experimentar una organización sindical que sólo en teoría
conocíamos; era necesario restablecer la paz social y
llevar el ánimo de los trabajadores y empresarios el
convencimiento de que, con los adecuados cauces legales,
era posible tratar de encontrar la solución a los
inevitables conflictos que nacen de apreciaciones
diferentes sobre una misma realidad económica.
Toda nuestra labor se inclinó en esa dirección, y al ritmo que las
condiciones del supuesto se cumplían fuimos arbitrando
los medios para dar realidad a nuestro más importante
empeño: solución negociada de cualquier conflicto
posible, y participación directa del mundo del trabajo en
la dirección política del país.
Como veis, es enteramente torpe e inútil que se pretenda coaccionarnos
desde fuera e invitarnos con uno u otro pretexto,
generalmente con intención malévola, a adoptar
determinados patrones institucionales típicos de la
democracia individualista e inorgánica.
A este respecto, es justo recordar la repulsa que el pueblo español
siempre sintió hacia la democracia inorgánica de los
partidos políticos, puesta de relieve en diversas
ocasiones a través de su historia. No tenemos más que
recordar el entusiasmo popular con que en los tiempos
modernos fue acogida la Dictadura
del General Primo de Rivera, y lo que sucedió a los pocos años de
implantada la República, que hubo de culminar en el
Movimiento Nacional libertador. No era que el pueblo español
rechazase los principios democráticos, enraizados en su
ser siglos antes de que otras naciones los practicasen;
sino que era la repulsa, el asco y el desprecio que le
producían al ver sepultada su voluntad por la tiranía de
los partidos políticos predominantes. Era justo el
pronunciamiento de los españoles ante aquel sistema de
democracia, que iba unido a todo nuestro triste pasado;
que había suplantado todos los principios de participación
popular en el poder político y cuyos gravísimos
resultados tenía a la vista.
32.
La democracia admite diversidad de formas
Es un hecho registrado a través de la Historia y que no admite dudas,
el que la democracia admite diversidad de formas. Su
fundamento consiste en que los ciudadanos dispongan de un
sistema de participación en las tareas humanas, que
puedan ser oídos en lo que atañe a los deberes y
sacrificios que las leyes les impongan, y que puedan
influir en la ordenación legislativa de la vida social.
Sobre los principios inmutables de la ley general ha de
basarse toda democracia, aunque adopte las formas que
respondan a las exigencias y a las tradiciones de cada
pueblo.
La democracia no ha sido uniforme a través de los tiempos, y sin evocar
las tituladas democracias populares, verdaderas dictaduras
del terrorismo comunista, tenemos las de los pueblos de América,
de constituciones más recientes, que han intentado buscar
la continuidad y la estabilidad a través del Estado
presidencia lista que, en muchos casos, ha venido a
constituir una verdadera dictadura temporal con sus
consiguientes abusos de poder.
En todo este proceso se parte de la base de concebir al hombre aislado
de sus implicaciones como ser social; pero los ciudadanos
no componen una masa amorfa, una simple aglomeración de
individuos, sino que forman una sociedad orgánica,
verdadera comunidad en la que el individuo libremente se
asocia. La intervención inorgánica e individualista del
hombre, anulándose mutuamente sus opiniones, esteriliza
la esencia de la democracia, y anula la base de una
responsabilidad objetiva y la función social trascendente
de las asociaciones.
33. Democracia
activa, no simplemente formalista
La democracia, por otra parte, tiene que ser activa; no basta la
proclamación de sus principios ni la formulación de un
sistema; hace falta que a través del diálogo sobre las
distintas materias pueda ser manifestada la opinión de
los distintos sectores. A esto atienden los Consejos Económicos
Sindicales periódicos de las provincias y los grandes
Congresos Sindicales, a los que libremente tienen acceso
todos los españoles y que, asesorados por la colaboración
de los técnicos en la materia, permiten elevar a los
Poderes Públicos sus conclusiones, en las que se analizan
y
concretan los verdaderos estados de opinión. Así, en la mayoría de
los proyectos de ley que hemos traído a las
deliberaciones de las Cortes, se han tenido en cuenta
aquellas conclusiones, lo que ha hecho que la legislación
española marche de perfecto acuerdo con los anhelos del
país.
34. Democracia de hechos verdaderos frente a democracia de palabras vanas.
Democracia orgánica-democracia liberal
Nunca nos han preocupado las palabras, sino los hechos. En
política, las palabras son fáciles; libertad, autoridad,
fraternidad, derecho, progreso, justicia, y así,
sucesivamente, se pueden combinar de muchas maneras en
discursos elocuentes. Nuestros archivos parlamentarios están
llenos de ellos; pero hay que leer al mismo tiempo el
resto de la crónica de aquellos años. Se puede hablar de
democracia y luego interpretarla cada uno a su manera:
democracia liberal, parlamentaria, popular, socialista,
dirigida, gobernada, etc.. Lo que es difícil es
darle a un pueblo en un momento dado la realidad de una
mejor economía, de una más auténtica justicia social,
de una más efectiva participación, de unos principios
verdaderos, de una mayor cultura, de un derecho vivido, de
una democracia orgánica. Estos hechos, y no aquellas
palabras vanas, son la verdadera, la indiscutible verdad
de nuestras leyes y de nuestras instituciones.
35. No hay democracia sin bienestar y justicia
La democracia, que bien entendida es el más preciado legado civilizador
de la cultura occidental, aparece en cada época ligada a
circunstancias concretas, que se resuelven en fórmulas
políticas y varias a lo largo de la Historia. No hay
democracia sin bienestar; no existe verdadera libertad sin
capacidad del pueblo para la satisfacción de las
necesidades morales y materiales; no hay representación
auténtica sin verdadera ciudadanía, pues los hombres y
las unidades naturales de la sociedad tienen que hacerse
presentes ante el Estado, siendo plenamente dueños de sí
mismos, única forma de que el Estado pueda mantener la
autoridad al servicio del Derecho, sin imponer
servidumbres so pretexto de liberar a unos y a otros de
otras disciplinas artificiales.
36. La exclusión
de los partidos y el legítimo contraste de pareceres
Los partidos no son un elemento esencial y permanente sin los cuales la
democracia no pueda realizarse. A lo largo de la Historia
ha habido muchas experiencias democráticas sin conocer el
fenómeno de los partidos políticos, que son, sin
embargo, un experimento relativamente reciente, que nace
de las crisis y de la descomposición de los vínculos orgánicos
de la sociedad tradicional.
Desde
el momento en que los partidos se convierten en
plataformas para la lucha de clases y en desintegradores
de la
unidad nacional, los partidos políticos no son una solución
constructiva, ni tolerante, para abrir la vía española a
una democracia auténtica, ordenada y eficaz. Pero la
exclusión de los partidos políticos en manera alguna
implica la exclusión del legítimo con- traste de
pareceres, del análisis crítico de las soluciones de
gobierno, de la formulación pública de programas y
medidas que contribuyan a perfeccionar la marcha de la
comunidad.
37.
La libertad de cada uno y la libertad de todos
La libertad, valor fundamental de la persona humana, no es, sin embargo,
el único, y, por lo mismo, no supone la independencia del
bien común y de la ley. La libertad de cada uno ha de
hacerse compatible con la de los demás, es decir, con la
libertad y la dignidad de todos.
38.
Valor tradicional de la Representación orgánica
En todos los tiempos ha habido una representación del cuerpo social,
que de un modo u otro se ha asociado a las más altas
tareas del Gobierno. En la Edad Media alcanzó un alto
nivel de perfección dentro del cuadro y de los supuestos
de la sociedad estamental; y las Cortes de Castilla, como
las de Aragón o Navarra, figuraron con honor y entre las
más progresivas de la Europa de entonces. Es un hecho
histórico reconocido que las Cortes Españolas son el
Organismo representativo más antiguo de Europa.
Por lo que se refiere a Castilla ya asisten "ciudadanos" a las
Cortes de Burgos de 1169, yen 118 a las de León, y más
tarde, en 1202, a las Cortes de Benavente.
Los Reyes Católicos supieron convertirlas en una pieza
decisiva de su política de unidad nacional y de creación
del Estado moderno. Después sufrieron los altibajos de la
decadencia española para entrar en el período de los
desastres y las revoluciones, en una lamentable mezcla de
inautenticidad, nihilismo y pretenciosa imitación de
modelos foráneos. Al llegar nuestro Movimiento, y como un
sector más de la reconstrucción nacional, era lógico el
deseo de volver a restaurar la tradición de la
representación orgánica, pero sin desconocimiento de la
naturaleza del nuevo orden social y político en que habría
de inscribirse. En la nueva sociedad industrial, la
Organización Sindical ha de tomar el lugar de los viejos
gremios y a la vez de una agricultura que ya no es señorial,
sino basada en un nuevo concepto de la empresa agraria.
39. La
representación orgánica, forma genuina de la realidad
social
Quieren algunos presentar -de mala fe- la representación orgánica como
una representación de segunda clase, como un hipócrita
sistema para rebajar, restringir o bastardear una
representación auténtica. Y, sin embargo, es todo lo
contrario; es la única genuina, la que corresponde a la
verdadera realidad social. Emana de la función social, no
de los simples números; viene de la vida,
no de la teoría abstracta; da lugar a una representación responsable,
y subrayo que lo contrario es la irresponsabilidad; es
continua, sin saltos bruscos ni reacciones violentas.
La representación territorial, a través de los Municipios y
Diputaciones trae las voces y diversidades de la amplia
piel de toro ibérica con sus problemas locales y
provinciales tan trascendentes para su vida. Las familias
españolas, semillero de la Nación y células básicas
del consumo, nos traen la voz ponderada de las
generaciones que en cada hogar, lejos de enfrentarse, se
unen para el verdadero progresos civil, que es la vida de
cada día y cada hora de España.
Las últimas elecciones han sido un ejemplo de ciudadanía sobria y
eficiente, y donde las acostumbradas voces que pedían la
abstención al pueblo español fueron otra vez desoídas
por la clara intuición de nuestro pueblo, que sabe muy
bien dónde radican sus auténticos intereses, razón
poderosa que nos impulsa a continuar, sin desmayos ni
debilidades, en nuestro servicio pleno a ese pueblo que
tanto merece.
40. Firmeza en el
propósito y en la doctrina. Una democracia efectiva
Solamente unas palabras para agradeceros vuestra fe, vuestro entusiasmo
y vuestra firmeza (Los aplausos interrumpen a Su
Excelencia); firmeza en el propósito y firmeza en la
doctrina. Han pasado treinta años y nuestra doctrina está
tan lozana y viva como
el primer día. Nuestra forma de gobierno económico-social tiene toda
su virtud. Somos una democracia por encima de las críticas
que puedan hacérsenos.
41. La democracia
y la voluntad del pueblo
La democracia no consiste en unas formas hueras, en unas formas falsas
en que el dinero explota el sentimiento político de los
hombres. Somos una democracia porque vamos a buscar en el
pueblo su propia voluntad.
42. Democracia
adecuada a nuestra sociedad sin los vicios del
parlamentarismo y del partidismo político
-La Ley Orgánica del Estado significa la culminación del proceso
constituyente del Régimen originado por el 18 de julio.
Para muchos, el Régimen ha desembocado así en su sistema
democrático "su generis". ¿Cree Su Excelencia
que una democracia así concebida podrá realizarse
plenamente sin derivar hacia el parlamentarismo y el
pluripartidismo en el futuro?
-La tendencia a recaer en estos extremos es natural de nuestro carácter
belicoso, acentuada en reducidos sectores de nuestra
sociedad que el pueblo repugna. Por eso nuestra política
tiene que ser de amplios horizontes.
"Tanto en el pasado como en la actualidad, muchas formas democráticas,
y entre ellas probablemente las más destacadas, se han
desarrollado sin parlamentarismo ni pluripartidismo, que
no son sus elementos esenciales. Nosotros, y en ese
camino, no somos siquiera los únicos, ambicionamos una
participación del pueblo en las tareas públicas mediante
cauces que la hagan más amplia y sincera, más eficaz y
auténtica. Frente a la democracia forma, nosotros
oponemos la democracia práctica, una democracia razonable
a través de los cauces naturales en que el hombre
discurre. Nuestra democracia recoge del pueblo sus anhelos
y necesidades, como lo demuestran nuestros Consejos Económicos
Sindicales, Provinciales o Comerciales, en los que se
debaten y estudian las soluciones a los problemas que les
afectan. ¿Cómo, si no fuera así, habríamos podido
mantener la fe y el progreso en todos los órdenes a través
de estos treinta años?
43. Democracia orgánica
Frente a la democracia formal, nosotros oponemos la democracia práctica,
una democracia a través de los cauces naturales en que el
hombre discurre y que por eso recibe el nombre de
democracia orgánica. La Constitución política española,
integrada por nuestras Leyes Fundamentales, se ha apartado
en todo momento de la creación abstracta de normas y se
caracteriza por la ausencia de unos marcos rígidos como
los que con tan poco éxito ilusionaron a los
constitucionalistas del siglo XIX, sino que ha nacido de
la propia realidad española, como respuesta concreta a
nuestras peculiaridades y a nuestros problemas, que nos ha
permitido un proceso de constante perfeccionamiento de nuestras
estructuras políticas, que ofrecen un ejemplo de Estado
social de derecho que las actuales naciones del mundo, tan
sujetas a profundas convulsiones, harían bien en
considerar con mayor atención y menos doctrinarismos.
Francisco Franco. Caudillo de España, Generalísimo de los Ejércitos, Jefe Nacional de FET y de las JONS.